sábado, 14 de febrero de 2009

El lenguaje imperfecto






Pedro Andrés Estudillo Butrón, 39 años
Chiclana de la Frontera (España)
Cyber-Escritor

Profesión: vivir la vida



Cualquiera podría reconocer el olor de la rosa florecida, pero quién de entre todos sería capaz de describirlo con palabras.

También la visión del vuelo del sereno gavilán sobre la bóveda celeste me transporta a un paraíso de paz y, sin embargo, me siento incapaz de explicarlo a mis semejantes en el lenguaje conocido.

Lo mismo ocurre cuando la esfera lunar se sumerge en las remansadas aguas del lago durante las noches estivales, dejándonos el alma tan transparente y vacía como la parte más valiosa del cántaro de barro; cuántos podrían decir entonces lo que sus corazones les transmiten sin faltar a la fidelidad.

De la misma forma, conozco el sedante sonido del fluir del agua sobre la roca pulida que tanto calma mi ánimo cuando la oscuridad se cierne sobre él, y no por ello me atrevería a traducirlo al idioma de la tinta.

Tampoco debe de existir nadie diestro en los símbolos gráficos apto para narrar los sentimientos que afloran durante un paseo por el frondoso bosque henchido de diferentes cantos de aves multicolores.

Y qué decir de las mágicas melodías remotas que los juglares hacen brotar misteriosamente de sus cañas agujereadas; imposible relatar cómo nos hacen vibrar hasta el último de los vellos que nacen en nuestra piel.

Aún no he conocido, quizás porque aún no haya nacido, a ningún experto orador, filósofo, poeta o escritor capaz de describir fielmente los sentimientos y pasiones que el amor más puro consigue hacer surgir de nuestros corazones, y me consta que cada día, cada minuto, cada segundo, nacen y mueren miles de nuevos amores.

Puede que la palabra hablada y escrita sea uno de los prodigios más extraordinarios y revolucionarios que llevó al ser humano a encumbrarse como rey de la creación, pero algo me dice que aún le queda mucho por evolucionar. Una herramienta tan poderosa no debería poder ser utilizada para engañar, tergiversar, manipular, herir o humillar. Y mientras esto ocurra, yo seguiré haciendo de abogado del diablo, a pesar de todas las virtudes que se le puedan atribuir.
Y como penitencia por la soberbia mostrada en el uso del lenguaje imperfecto, sólo se me ocurre dejar este poema que nos habla de ese otro lenguaje más sutil que nos rodea y al que apenas prestamos atención, pasando desapercibido como el insistente murmullo del alma:



Todos nos hablan... sólo que nadie escucha.

Nos hablan los niños cuando lloran en la cama.

Nos habla el viejo cuando calla en su butaca.

Nos hablan los árboles cuando los azotan los vientos.

Y también lo hacen cuando se yerguen en la calma.

Nos hablan las olas, encrespadas y salvajes,

que nos traen historias de corsarios inmortales.

Nos hablan los ríos, aunque corran a raudales,

y nos dicen a gritos que detenerse es la muerte.

Nos habla la torre, desde su altura encumbrada,

sabedora de su presto final en ruinas inertes.

Nos hablan los presos, tras rejas oxidadas,

¡este mundo no funciona, a ver cuando te enteras!

Nos hablan ambas caras de un muro fronterizo,

que suspiran a gritos por conocerse.

Nos hablan los listos, los necios y los notables,

pero mejor que a esos, escucha a las rameras.

Nos habla la tierra, agraviada por nuestras manos,

¡no me olvides insensato, qué sólo eres un ser humano!

Nos hablan las madres, con sus tristes miradas,

el pasado ya no vuelve, ¡ay si yo pudiera!

Nos hablan los pájaros, mientras nos observan,

y piensan callados en lo poco que nos queda.

Nos habla la luna, desde la distancia,

casi no nos distingue, sabe que no somos nada.

Nos hablan las estrellas, aún más lejanas,

ojalá pudieran compartir su misterio.

Nos habla el sol, majestuoso y sincero,

no lo mires a la cara, sólo siente su aliento.

Nos habla el alma, desde su tumba silente,

sueña que no es tarde, y nos dice que aún se puede.

Te hablo yo, con mi amargo poema,

pero no me hagas caso que la locura se pega.

Te hablan los libros, con su silencio patente.

Todos te hablan... sólo que tú no te enteras.




jueves, 5 de febrero de 2009

Lo que pasa un momento antes del lenguaje


Martha Roa R. (Colombia)
Estudiante XI Semestre
Licenciatura en Filosofía

U.P.T.C.



La relación que existe entre el pensamiento, el lenguaje y la realidad ha sido un tema recurrente en la historia de la Filosofía y se evidencia ya desde el “Cratilo” de Platón. Podría afirmarse que desde esta perspectiva, es decir desde la manera como se resuelve esta relación, es posible caracterizar todas las corrientes filosóficas. Dos grandes enfoques podemos identificar respecto de esta relación: una que va desde Descartes hasta Grice y otra que arranca de los trabajos del segundo Wittgenstein hasta Austin [1]1. En este trabajo se aborda el primer enfoque, también conocido como “El lenguaje espejo de la mente, mediante la construcción de un diálogo posible entre autores que vivieron en épocas diferentes con el fin de mostrar las semejanzas y diferencias entre ellos, pero también para ensayar una ruta didáctica innovadora en la enseñanza de la filosofía. La presentación en forma de conversación permite también su representación artística, con lo cual se recupera para la enseñanza de la filosofía una dimensión estética poco utilizada por los docentes.


Personajes: Juan José Acero (narrador), René Descartes, Noam Chomsky, Jerry Fodor, Paul H. Grice.


(En un restaurante de España se encuentran cuatro personajes históricos a discutir una idea que a uno de ellos se le ha ocurrido. El narrador es quien contara cada cambio importante que ocurra).


Juan José Acero: Señoras y señores, hoy ustedes tendrán la oportunidad de ver, en el restaurante –El Manjar de las Ideas–, algunos personajes notables de nuestra historia universal, tratando de resolver una de las preguntas fundamentales de la filosofía en todos los tiempos: ¿qué fue primero, el lenguaje, el pensamiento o la realidad?

(Sale el narrador y entran enseguida los cuatro personajes, se sientan en una mesa ubicada en el centro del escenario).


Descartes: Amigos, ¡bienvenidos! Hoy es un día muy especial para mí porque he venido a comentarles una idea que me tengo y que espero puedan ayudarme a concretar.


Chomsky: Te agradezco la invitación a este lugar y me alegra saber que piensas en nosotros para consultarnos algo tan importante para ti. (Los dos personajes restantes se unen al saludo de Chomsky y se disponen a escuchar a Descartes).


Descartes: En los últimos días he venido pensando que el lenguaje, el instrumento con el que nos expresamos, no es otra cosa que el “espejo” de la mente o, en otras palabras, el reflejo de nuestro pensamiento. (Los demás personajes quedan perplejos, sin entender a qué conduce esta idea de Descartes).


Fodor: Créeme que me has sorprendido, pues me quedé un segundo pensando en lo que iba a decir, y comprendo que tu idea es muy veraz, porque de inmediato busqué las palabras con las que ahora me estoy expresando para decirte que, efectivamente, ¡es una gran idea!


Descartes: Cuando digo que el lenguaje es un “espejo” de la mente, lo que intento darles a conocer a ustedes es que todo lo que tenemos en nuestro pensamiento es expresado a través del lenguaje, es decir, como ustedes lo saben, siempre he pensado que nuestro conocimiento del mundo se reduce a las representaciones que tenemos de él y por lo tanto, las ideas son lo único a lo que la mente o el entendimiento tienen acceso directo en sentido estricto y, por ello, el contenido de las ideas es algo que se puede conocer sin error posible. Por esta razón, como nuestro conocimiento se reduce a las ideas que tenemos de las cosas, la única manera de expresar nuestro conocimiento es a través del lenguaje.


Chomsky: Efectivamente, había leído algunos escritos tuyos y, por algunas conversaciones anteriores que habíamos sostenido, comprendí que tu idea central es que la mente no es una tabula rasa, en la que se le van imprimiendo todas las cosas por medio de los sentidos, sino que la mente, al ser una facultad propia de la naturaleza humana, trae consigo unas ideas innatas.


Descartes: A pesar de que has captado mi idea, ¡no olvides que nosotros tenemos percepciones de las cosas!, las cuales pertenecen a lo que yo he denominado res extensa o mundo corpóreo; además, este mundo corpóreo o res extensa es representado en lo que yo he llamado res cogitans, es decir, que los objetos de las res extensa no son cognoscibles por sí mismos, sino que el sujeto se los representa en la res cogitans, por esto mismo lo único que el sujeto conoce y de lo que puede estar seguro sin duda alguna, es de las ideas o representaciones que este se hace de los objetos, porque de todo lo demás se puede dudar.


Fodor: ¡Tu idea es muy interesante!, pero ¿cómo opera la mente?, porque si nos dices que ella tiene ideas innatas y que además existe un mundo corpóreo que es representado por un mundo incorpóreo o res cogitans, debe existir un mecanismo con el que la mente funcione.


Descartes: Claro que sí, la mente está conformada por cuatro módulos, a través de los cuales, el sujeto puede representarse el mundo, ellos son: El entendimiento, que es activo y opera con representaciones; luego la memoria, que trae al entendimiento algunas representaciones pasadas, para que opere con ellas. También está la percepción sensible, que como ya lo decía anteriormente, nos permite representarnos las cosas del mundo, y, finalmente, la imaginación, que es la capacidad de crear nuevas representaciones, a partir de las cosas existentes, que pueden ser ficticias o fantásticas; por ejemplo, un unicornio, o hacer un libreto sobre personajes de distintas épocas en un mismo escenario.


Chomsky: Si has terminado de exponer tu idea, yo tengo algunas dudas, desde las cuales te aportaré algunas ideas que me han surgido en esta conversación.


Descartes: Por supuesto, ya he terminado con la exposición de mi idea, y reitero que sus aportes pueden ser muy valiosos.


Chomsky: Pienso que el dualismo de sustancias, entre res cogitans y res extensa es un poco confuso, yo prefiero un monismo de sustancias en el que se comprenda la representación y los estados mentales, como parte física del cerebro y me parece mejor un dualismo de propiedades, que consista en que esos estados mentales o representaciones, al no ser físicas, se puedan abstraer; con esto quiero decir que la abstracción de esos estados mentales podría llamarse nivel computacional o representacional, en el cual se instalaría la teoría lingüística, porque para mí la lingüística es una parte de la psicología que se dedica a la facultad del lenguaje, como dominio de la mente. Pues, de acuerdo con lo que expusiste, habría un innatismo en el sentido en que el individuo tiene en su mente un conocimiento genéticamente determinado de las propiedades estructurales de la gramática de la lengua, el cual no le permite caer en errores, así este individuo sea un aprendiz. Este conocimiento de las propiedades estructurales de la gramática se refiere a las reglas gramaticales de las oraciones, lo que llamamos sintaxis. En este sentido el nivel representacional o computacional sería propiamente el conjunto de las estructuras gramaticales referentes a la sintáctica, la semántica y la fonología.


Descartes: Tu propuesta es bastante innovadora, porque complementas mi idea, en el sentido en que si el lenguaje es “espejo” de la mente, entonces entre las representaciones que la mente tiene, en primer lugar estaría el conocimiento de las estructuras gramaticales con las que trabaja una lengua determinada; este conocimiento ocuparía el lugar del innatismo de ideas propuestas por mí, pero referido a la facultad del lenguaje exclusivamente, porque si no aceptas el dualismo de substancias tampoco admitirías que las representaciones de los objetos del mundo que son de la res cogitans puedan expresarse en el lenguaje.


Chomsky: Efectivamente, porque mi monismo de substancias y dualismo de propiedades desembocan en una teoría lingüística, desde la que se analiza cómo opera la mente de un individuo que genéticamente está determinado por el conocimiento de las reglas gramaticales de su lengua. Esto significa que el sujeto tendría un lenguaje interno que se refiere al conocimiento de las estructuras gramaticales de su lengua, lo que significaría que el sujeto es competente lingüísticamente; esto se vería reflejado en un lenguaje externo, en el que el sujeto hace uso de ese conocimiento de las palabras, del repertorio lingüístico, de las oraciones que él conoce de su lengua y que manifiesta mediante la facultad de hablar.


Fodor: Tus ideas son pertinentes, pero no comprendo por qué llamas lenguaje interno solamente al conocimiento genéticamente determinado de las reglas gramaticales de la lengua, cuando una de las cosas más sorprendentes que Descartes decía, era que el lenguaje (discurso verbal) era el reflejo de ese lenguaje mental o interno (el pensamiento). En mi interpretación, lo que esto indica es que el lenguaje nos brinda la posibilidad de hacer públicos nuestros estados mentales y, a la vez, le brinda estabilidad a nuestros pensamientos, cuando los fija en palabras.


Chomsky: Sí, tienes razón, pero es que mi interés es básicamente transformar la idea de Descartes en una teoría lingüística desde la psicología, como ya lo pudiste escuchar.


Fodor: Lo que yo quiero es conferirle al lenguaje su función significativa porque para mí las palabras son el vehículo de expresión de las ideas, y las oraciones, el vehículo de los pensamientos. Para mí la mente es un sistema computacional, en el que la CPU es esa actividad mental en la que están los estados mentales operando, con algo que yo llamo actitudes proposicionales, que son las creencias, los deseos, las intenciones, etc.; estas actitudes repercuten en la conducta del sujeto, puesto que si alguien tiene una creencia o un deseo, esto le va a llevar a ejercer una acción.


Chomsky: Aun no es claro lo que dices, ¿lo que señalas es que los estados mentales como la creencia o el deseo, son hechos lingüísticos?


Fodor: ¡Claro!, porque si te pones a pensar detenidamente, cuando alguien cree que Dios existe no se va a quedar pensándolo, sino que se lo expresa a los que lo rodean, o si alguien desea un helado, va a la tienda, y le dice al tendero: ¡señor, me vende un helado, por favor! Así, las actitudes proposicionales permiten que se genere una conducta. Lo que está de trasfondo en lo que estoy diciendo es que los estados mentales presentan unas fases que le permiten repercutir en la conducta: estas fases tienen que ver con los estados mentales que causan la conducta, como los deseos y creencias que llevan a ejecutar una acción. Otros estados mentales causan más estados mentales, esto significa que se cree algo y, de esta creencia se derivan otras creencias. Finalmente, están los estados mentales que son causados por las cosas que se perciben a través de los sentidos (lo que vemos, oímos, tocamos, olemos…).


Chomsky: Tú decías anteriormente que estos estados mentales serían el lenguaje interno o mental, ¿esto qué seria específicamente?


Fodor: Este seria un código interno que el sujeto tiene en la mente: ¡mentalés!, lo llamaría yo, y se expresa en el lenguaje verbal.


Descartes: Tu mencionabas algo con respecto a que al lenguaje adquiere su función significativa, en el que las palabras expresan las ideas y las oraciones expresan los pensamientos, y también hablabas de unas actitudes proposicionales, como las creencias y los deseos, las cuales rigen la significación expresada en el lenguaje. ¿Pero qué sería realmente este significado? y, si está en la mente, ¿cómo se ubica allí?


Fodor: Yo hablo siempre del sujeto, esto quiere decir que hablo de su particularidad, y con esto quiero expresar un nuevo concepto, que es el de la organización funcional, esto es, aquella parte de la mente en la que el individuo crea sus propios significados de las cosas, o lo que tu llamabas las representaciones, porque como lo señalaba anteriormente, las creencias, los deseos, son estados mentales que generan una conducta. De esta manera, al tener cada sujeto sus creencias y sus deseos, el significado en la cabeza se ubica allí por su organización funcional, pero el individuo tiene una idiosincrasia que lo hace llegar a conclusiones muchas veces distintas de las otras personas.


Chomsky: Pero esta particularidad no permite que sea fiable tu interpretación, porque entonces el significado es de cada individuo y no hay nada en lo que los individuos pueden converger.


Fodor: Pareciese así, pero esto tiene una explicación, la cual se refiere a algo que ha sido llamado expresiones deícticas, las cuales están conformadas por los pronombres personales, adverbios y expresiones demostrativas (yo, tu, él, nosotros, aquí, ahí, allí, ahora, este, esta aquella, etc.). Estas expresiones conforman lo que voy a llamar el carácter y que, como te darás cuenta, es el significado que será común a varios hablantes. Dado que las expresiones deícticas guardan relación con el contexto en que se usan, entonces el carácter, al tener un referente y al estar sujeto al contexto de uso, esto les dará unas condiciones de verdad a las oraciones, por ejemplo: Si digo, “Grice está aquí”, esto sería el carácter, porque contiene una expresión deíctica (expresión adverbial), que, al contextualizarse, será posible saber cual es su referente y hallar sus condiciones de verdad, así:

Contexto de uso (lugar) = el restaurante El manjar de las ideas.

Referente: Grice está en el restaurante El manjar de las ideas.

Si se me entiende esto, podemos verificar que no solo para mí, sino para los aquí reunidos, esta oración es verdadera. De este modo, el significado o rol conceptual (como también lo llamaría yo), sería el carácter que contiene las expresiones deícticas, las cuales, al estar sujetas al contexto, permiten que la condición de verdad sea clara para varios sujetos y así pueda ser comunicado el rol conceptual.


Grice: Me parece muy plausible tu interpretación, pero habría que añadir que para que haya un acto comunicativo, no es suficiente con que los sujetos tengan en su cerebro el mismo rol conceptual, sino que el hablante emita el contenido de su oración, con el fin de ser comprendido.


Fodor: ¿Cómo dices?, ¿acaso se necesita de algo más que las condiciones de verdad de un enunciado, es decir, que el rol conceptual que es verídico para varios sujetos, ubicados en un mismo contexto de uso, no es suficiente?


Grice: Tú lo has dicho, pues hace falta que un sujeto al querer comunicarse con otro, o al querer expresarle sus creencias o deseos, lo haga con la intención de ser entendido por el receptor, esto es lo que para mí constituye el acto comunicativo como tal. Además, se necesita que el receptor reconozca la intención del hablante, porque de lo contrario no puede haber comunicación; aunque, para que esto suceda, los dos sujetos deben ser racionales, de tal forma que en el acto comunicativo sean capaces de seguirse mutuamente, como si se tratase de un convenio. Esto es lo que hacen dos remeros: espontáneamente reman sin necesidad de ponerse de acuerdo sobre cómo van a hacerlo. Así mismo, el acto comunicativo, al incluir la racionalidad, tiene que fluir naturalmente como si se tratase de un convenio.


Descartes: En realidad, al escucharte me daba cuenta de que con tu aporte se ha ido complementando mi idea. Les agradezco que me hayan acompañado y escuchado, pero tengo que partir a mi época y espero que comprendan que es desde allí desde donde hablo. (Todos se despiden y acuerdan encontrarse nuevamente).


Juan José Acero: Esta conversación ha revelado qué es lo que pasa un momento antes del lenguaje, en donde podemos darnos cuenta de que se responde a la pregunta dando prelación al pensamiento como una actividad interna a la cual cada uno tiene acceso privilegiado. Ahora se requiere que alguno de ustedes con suficiente intrepidez, confronte estas ideas en un escrito diferente, en el que se muestre lo equivocado de esta posición. (Sale el narrador y se cierra el telón).

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[1] Las dos corrientes que aquí se enuncian, son tomadas desde la perspectiva del texto Lenguaje y filosofía de Juan José Acero, quien trabaja la visión cartesiana del lenguaje (desde Descartes hasta Grice) que da primacía al pensamiento sobre el lenguaje y, por lo tanto, considera el lenguaje como espejo de la mente. Acero, en la segunda parte de su texto habla de la concepción antropológica del lenguaje (segunda corriente que va desde Wittgenstein hasta Austin), en la que el lenguaje depende de las reglas de uso que hacen los usuarios pertenecientes a un contexto cultural. El presente escrito tomará como objeto de estudio la primera parte.

domingo, 25 de enero de 2009

Escritura









Ponente invitado



"Dejar caer una por una
todas las máscaras
hasta la soledad desnuda
frente al tiempo sin cara.

Buscar en el silencio
donde manan las palabras
su ofendida inocencia,
su vocación de alianza.

Fijar su gracia elocuente
como el fuego y el agua.
Y atravesarlas como un puente
en un cuerpo y un alma."



De "Líneas de Otoño"
Eduardo Mitre